Los incendios en el bosque boreal, el anillo verde que rodea el Ártico, vienen en aumento desde hace dos décadas, con un punto alto en 2021, año en que estos fenómenos emitieron más CO2 desde que se tiene registro, advierte un estudio publicado este jueves.
Estos incendios son alimentados por condiciones más secas y cálidas causadas por el cambio climático, y al ser causantes de la liberación de gases de efecto invernadero contribuyen a su vez al calentamiento global, en un círculo vicioso.
El bosque boreal, que se encuentra principalmente en Siberia, el norte de Canadá y Alaska, es el área silvestre más grande del mundo, pero hasta ahora no ha recibido la misma atención que la selva tropical, destaca el estudio.
Sin embargo, libera entre 10 y 20 veces más carbono por de área quemada que otros ecosistemas.
En 2021, los incendios boreales emitieron nada menos que 480 millones de toneladas de carbono, lo que equivale a 1.760 millones de toneladas de CO2, un récord en las mediciones que se vienen realizando desde el año 2000.
Esas emisiones representaron aproximadamente el doble de las atribuidas ese mismo año a la aviación o las relacionadas con los combustibles fósiles de Japón, el quinto país más contaminante.
Los incendios, dijo a la AFP Bo Zheng, autor principal de esta investigación, publicada en la revista Science, “aumentan la concentración de CO2 en la atmósfera y contribuyen al calentamiento global”, lo que a su vez acrecienta “la probabilidad de incendios devastadores en el futuro”.
“Alza significativa”
En 2021, los incendios forestales boreales representaron el 23% de las emisiones globales provocadas por los incendios, contra 10% de promedio anual habitual.
Los investigadores explican esta “anomalía” por las sequías que se produjeron ese año en el norte del continente americano y en Eurasia.
Para sus estimaciones, los científicos recurrieron a un nuevo método.
No se basaron, como lo hacían antes, en datos satelitales que evalúan visualmente las áreas quemadas, cuya resolución no es lo suficientemente precisa, sino en datos de un satélite que observa directamente el monóxido de carbono (CO) en la atmósfera, que tiene una vida útil más corta que el CO2, dijo en rueda de prensa Philippe Ciais, coautor del estudio e investigador de la Universidad de París-Saclay.
El monóxido de carbono emitido por los incendios tiene distribuciones espaciotemporales distintas de otras fuentes, lo que permite su identificación.
El estudio determinó “una importante tendencia al alza de las emisiones sobre la región boreal”, concentradas en julio y agosto.
Multiplicación de rayos
El Ártico se está calentando mucho más rápido que el resto del planeta.
Este fenómeno “aumenta el déficit hídrico del suelo, lo que acrecienta la evaporación y la humedad del aire y genera más rayos. Todo ello conlleva un mayor riesgo de incendios”, detalló Bo Zheng.
En general, alrededor del 80% del carbono liberado por los incendios forestales es reabsorbido por la vegetación, que vuelve a crecer en la temporada siguiente.
Pero el 20% permanece en la atmósfera, contribuyendo a la acumulación de CO2.
Además, cuanto más se multiplican los incendios, menos tiempo tiene la vegetación para volver a crecer, y es posible que una parte cada vez mayor de estas emisiones no vuelva a ella.
“Este estudio contribuye al creciente cuerpo de evidencia que indica que los incendios forestales y de tundra se están volviendo más grandes y frecuentes en latitudes más altas del hemisferio norte”, dijo David Gaveau, un investigador de los incendios forestales que no formó parte de este trabajo.
“Es preocupante”, alertó.
Según Steve Davis, otro coautor del estudio, la situación se está monitoreando “muy de cerca” en estas regiones.
Otras investigaciones han sugerido que podría tener sentido, “en términos de dólares por tonelada de CO2 evitada, enviar bomberos para apagar estos incendios”, en lugar de dejar que ardan como se hace ahora, apuntó.
Sea como fuere, “no podemos permitirnos no preocuparnos por estos estudios naturales”, clamó Philippe Ciais.