PULSO
Eduardo Meraz
Parlantes, botargas, en chanclas, en gorras, en todo tipo de bisutería los «amlitos» en poco contribuyen a amortiguar el redoble de tambores de guerra electoral iniciado por el presidente totalmente Palacio Nacional y señor de los sepulcros, para celebrar cinco años de su triunfo.
Lo importante desde el teatro en atril zocalero vespertino, dejó de ser velar por la seguridad de los mexicanos, como lo indican las más de 15 mil muertes en la mitad del presente año y las 160 mil en lo que va del gobierno cuatroteísta.
En la visión presidencial, las más de 2,300 nuevas tumbas que se ocuparon en junio, corresponden a malos mexicanos que se dejaron asesinar.
Ahora, la verdadera preocupación del habitante temporal del palacete virreinal es buscar la manera de frenar, a la mala, a los opositores, ante la evidente sensación de perder el poder y que su incendiario discurso sabatino corroboró.
Sabe que, gracias a la exitosa política de total complacencia e ineficaz inteligencia en el combate a la inseguridad y la violencia, los grupos delictivos tienen presencia en el 81 por ciento del territorio. A cambio, volverá a contar con su apoyo, de manera informal e incondicional como en las elecciones de 2021.
Si bien el mandatario sin nombre y sin palabra dice que ya no hay un narcoEstado como en el pasado, es porque hoy tenemos un Estado protector de grupos delictivos, lo cual les ha permitido diversificar actividades.
El huachicoleo de combustibles no sólo sigue, sino que se ha extendido a el gas, el agua; el derecho de piso en casi todos los ámbitos económicos se multiplica y ese método ha sido plagiado por muchas autoridades; el robo en todas sus modalidades crece sin control.
La corrupción no ha desaparecido, ni siquiera disminuido, como lo revelan los casos de Segalmex, Pemex, Financiera Rural, Banco del Bienestar y una lista de dependencias oficiales, contando con el visto bueno del titular del ejecutivo, como él mismo reconoció en un discurso.
Para ahogar estas cifras abrumadoras de delitos, derivadas de sus moditos -que no estilo- de enfrentar al crimen organizado, se escuda en expresiones que alientan la impunidad y, al mismo tiempo, son testimonio de desinterés o burla hacia las víctimas y sus familias, a quienes, en los hechos, considera sus adversarios, con tal de perjudicar a su gobierno.
Es mejor entretener al respetable con la venta de figuras de peluche y otras baratijas desechables a que la gente conozca los datos que ponen en duda la veracidad presidencial de un gobierno honesto y capaz.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
El PRI se desangra. Pierde candidatos a la Presidencia de la República, legisladores, dirigentes y militantes: no se ve cómo pueda contener dicha sangría.
@Edumermo