Por Ivette Estrada
Imponemos sesgos por todo y para todos: son reflejos de nuestros miedos.
Desdeñamos a quien representa un peligro para mantener un status quo cuando nos sentimos amenazados o vulnerables. Así descartamos migrantes, indígenas, mujeres, ancianos…personas con un color de piel diferente a la nuestra, a quienes poseen otros gustos o creencias, a quienes no somos nosotros, a quien atenta contra nuestros intereses.
Por temor generamos un mundo maniqueo en el que sólo predominan buenos y malos, un reducto de nuestros paradigmas, prejuicios y fantasmas. Cuanto más temor experimentamos, mayor es nuestro afán de segregar, despreciar y combatir.
Si el Quijote de la Mancha combatió molinos de viento, hoy los populistas del orbe buscan enemigos comunes para sostener un poderío enraizado en los complejos y fobias, en la intolerancia y el descrédito. El arma que esgrimen es la polarización.
Se toma entonces por bandera a las bases de la pirámide poblacional, se les alimentan sus complejos, la ira silente contra quienes si tienen o pueden mientras, al mismo tiempo, los héroes falaces roban, engañan y alimentan odios ancestrales y nuevos.
En una sociedad en la que privilegiamos la existencia de héroes, tomamos personajes mesiánicos con pies de barro que no logran tolerar cuestionamientos fundamentales, que muy pronto echan por tierra sus peligrosos mitos y lanzan al pueblo a luchar contra personas, instituciones o practicantes de un oficio.
Si en el Medievo quemaron seudo brujas y hechiceros, hoy los populistas se lanzan contra empresarios, académicos, periodistas, luchadores sociales, mujeres y hasta niños. La némesis de la cordura vapulea políticas ancestrales de respeto y dignidad. Aparecen entonces luchas inexplicables contra otras naciones y se fustiga a quien visibiliza errores y mentiras.
Bajo el odio bulle el miedo que desencadena ataques furibundos a quien cuestiona y pide explicaciones. Los Periodistas en este reino de terror se catalogan como golpistas. El demonio anda suelto, porque es el personaje que personifica la ira, los complejos sociales, la deshonestidad…el populismo es mentira, el lucro del resentimiento social, la absurda creencia de que debe desdeñarse una cultura de dedicación y esfuerzo y refugiarse en dádivas, corinas de humo que sólo enriquecen a los falsos héroes, a sus hijos, hermanos y aliados.
En México existe una discriminación impuesta desde el poder político: arrasar a quienes piensan, cuestionan y contradicen las visiones sin sustento de los populistas que se hacen ricos a costa de ingenuos.
En las fauces del populismo hay una discriminación absurda y nueva, pero avasalladora: segregar, golpear y perseguir a quien piensa. No en vano, en México ejercer el Periodismo verdadero, es peligroso. Lo acecha el miedo de develar sucios secretos. El demonio anda suelto.