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Cegado por Segalmex

PULSO

 Eduardo Meraz

Sin ondear el pañuelito blanco, ni reclamar el monto total del daño patrimonial y mucho menos pedir o invitar a Ignacio Ovalle, ex director de Segalmex, al teatro en atril mañanero para explicar el daño económico a esa empresa, el presidente totalmente Palacio Nacional exoneró al funcionario y -de paso- a él mismo, de toda culpa por el desfalco que ronda los 15,000 millones de pesos.

Exculpar a quien fuera su iniciador en la burocracia y las lides políticas, revela la falta de firmeza presidencial para acabar con la corrupción cuando se trata de gente cercana a sus afectos. Y más en este caso en que quiere presentar a Ovalle Fernández como un ser inocente de pies a cabeza, una ternurita, pues, fácil de engañar.

Porque 15 mil millones de pesos no es un simple pellizco a las finanzas públicas; es más del doble de la llamada “estafa maestra” -de la cual, por cierto, acaba de ser declarada no culpable Rosario Robles- y el equivalente al presupuesto de varias dependencias.

Y si el director de Segalmex fue incapaz de darse cuenta de los cochupos que hacían sus subordinados, cuanto y más el titular del ejecutivo, por lo cual el habitante temporal del palacio virreinal es doblemente inocente.

Y así, entre inocentadas, el mandatario innombrable pretende que los mexicanos olvidemos sus declaraciones de agosto de 2019, cuando en un arranque de sinceridad sostuvo que un presidente de la República “siempre está enterado de todo, y por lo tanto conoce de las transas que se cometen por parte de sus colaboradores.

“Los grandes negocios, las grandes transas que se llevan a cabo en México, siempre llevan el visto bueno del presidente de la República. Nada de que él no se entera. El presidente de México sabe todo lo que está sucediendo, tiene todos los elementos, toda la información”.

Sobre todo si, por lo expuesto hoy en defensa de Ignacio Ovalle, resulta que ya se sabía de las malas mañas de los colaboradores del funcionario, hoy refugiado en Gobernación; subordinados que, supuestamente, habrían engañado tanto al jefe inmediato como al de la más alta jerarquía.

Además, se tiene el antecedente de que Ovalle Fernández conocía el terreno, pues entre su amplísima trayectoria como funcionario público, fue director de la Conasupo, organismo similar a Segalmex, por lo cual los argumentos de ignorancia o inocencia resultan ofensivos para él y, en general, para millones de mexicanos.

La descripción hecha por el mandatario sin nombre -aunque ya se le podría bautizar como Inocencio-, es de tal ternura que conmueve:

“Ignacio Ovalle, una gente buena desde mi particular punto de vista, que lo engañan, pero a los que recomienda puro priista de malas mañas acostumbrados a robar y los mete y empiezan hacer negocios, al comprar leche, maíz pagando precios elevados y se descubre que hay corrupción.

Y mientras para otros exfuncionarios que han cometido ilícitos los tiene en la mira y les exige la reparación total del daño, el mandatario expone muy orondo que se han logrado recuperar 900 millones de pesos y ocho exfuncionarios ya están en la cárcel.

Así, cegado por la inocencia de su antiguo jefe, el titular del ejecutivo cierra los ojos y taponea sus oídos, para no ver ni escuchar al fantasma de la corrupción que recorre su administración.

He dicho.

 

EFECTO DOMINÓ

Al concluir su periodo como consejero presidente del INE el 3 de abril, Lorenzo Córdova Vianello recibirá una liquidación de un millón 934 mil 380 pesos, informó el órgano a través de un comunicado de prensa. Ese es el “botín” que se llevará, de acuerdo con los dichos de Mario Delgado, dirigente de Morena.

 

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