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Confrontados

PULSO

Eduardo Meraz

El Plan B electoral es el asunto donde se acrisolan todos los acuerdos y desacuerdos presentes en el momento actual de México. Y oficialismo y opositores han cedido a la tentación de la agresividad y la ofensa; no es únicamente la polarización. Ahora lo importante es lastimar al otro, vía la estigmatización que le reste credibilidad y confianza.
Haber llegado a este punto de inflexión muestra la inmadurez en todos los actores políticos -sin excluir a ninguno-, pues la importancia de avanzar con miras a construir consensos se está extraviando.
Debe tenerse en cuenta que lo realmente significativo para el presidente totalmente Palacio Nacional es imponer los propios puntos de vista a los demás, como sinónimo de razón y buscar el aplauso del respetable entendido como respaldo.
Las acusaciones de intolerancia, corrupción, caprichos, privilegios en la gran mayoría de los casos sin base sólidas van de un lado al otro; el insulto como eje del discurso político, suplanta el debate de ideas desde la más alta tribuna del país y se replica, reproduce y obtiene respuestas en el mismo tono y formato.
Si en el pasado, la Sonora Santanera nos advertía de la necesidad de estar precavidos por la inminente llegada del mudo. En los días que corren, debemos cuidarnos de lo que se diga en el teatro en atril mañanero, pues además del comportamiento reggaetonero y de pobreza en el lenguaje, puedes ser señalado por el dedo y lengua flamígeros en la inquisición mediática.
Las descalificaciones ahí vertidas contra políticos opositores, académicos, jueces, legisladores, periodistas y un largo etcétera son replicadas por su claque, pues considera que con ello logra identificarse con las clases populares con lo cual no sólo las ofende, sino minusvalía sus saberes y entenderes.
En el caso de quienes difieren del evangelio cuatroteísta, unos más agraviados que otros, han cometido el pecado de caer en la provocación y, con ello, contribuyen a profundizar la polarización. Responder ofensas con ofensas es avanzar por un camino pedregoso y contrario a la búsqueda de unidad opositora sólida, al separar proyectos y objetivos comunes.
Lo cierto es que ni imposición ni aplauso crean las condiciones para avanzar en el mejoramiento del contrato social firmado por los mexicanos e inscrito en la Constitución.
Más bien esta etapa de confrontación verbal le sirve a la intentona del oficialismo por sobreponer el manto del presidencialismo imperial al marco normativo, pues está visto que las alianzas y sinergias hasta ahora establecidas con las fuerzas armadas y algunos grupos delincuenciales pueden resultar insuficientes para salir airoso en los comicios de 2024.
La experiencia de 2021, cuando perdió la mitad de la Ciudad de México y la mayoría calificada en la Cámara de Diputados mostró al mandatario sin nombre la urgencia de buscar modificar la legislación electoral, a fin de poder contar con herramientas adicionales para torcer la voluntad de los electores.
Así, el oficialismo considera que, si bien tiene en sus manos la entrega de dádivas a la gente, el respaldo de la milicia y de parte del crimen organizado, por sus errores es necesario contar con una legislación y un árbitro electorales menos rígidos y las “aportaciones -vía chantaje o persuasión- al movimiento”.
Y como la carta oculta bajo el brazo, aunque ya se asoma en el caso del huachicoleo, el presidente totalmente palacio virreinal, está dispuesto a purificar la corrupción, pues además de inmoral “es, al mismo tiempo, una fuente posible de financiamiento para el desarrollo, para el bienestar del pueblo”, en espera de que se traduzca en votos para Morena.
Abandonar la confrontación es el mejor camino que debe seguir la oposición política y social; el oficialismo, por la boca muere.
He dicho.

EFECTO DOMINÓ
Después de la “marea rosa” del 26 de febrero, Palacio Nacional volverá a ser envallado al máximo, con motivo del “Día Internacional de la Mujer”, el 8 de marzo, cuando la “oleada y neblina morada” le exijan al habitante temporal del palacete acciones serias y contundentes contra la violencia de género y los feminicidios, situaciones de las cuales siempre ha evadido su responsabilidad.

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