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CONTEXTOS/El poder de la gamificación en las aulas y el trabajo

Por Teófilo Benítez Granados, Rector del Centro de Estudios Superiores en Ciencias Jurídicas y Criminológicas (CESCIJUC).

Ante un preocupante y cada vez más extendido cansancio en profesionistas de todo el orbe y una desmotivación incluso perceptibles en las aulas además de los lugares de trabajo, se emprendió una búsqueda acuciosa de soluciones. El hallazgo fue sorprendente: se hallaba en los juegos.

Hay tres maneras de hacer que una actividad aburrida o difícil sea más intrínsecamente motivadora.

En primer lugar, tenemos la estrategia «hazlo divertido». Implica asociar activamente incentivos inmediatos (miniobjetivos) con la realización de la actividad. Estos incentivos aprovechan nuestra necesidad de gratificación instantánea y, por lo tanto, hacen que una actividad previamente aburrida sea más emocionante. Permite experimentarla como su propio fin.

Un ejemplo clásico es escuchar música en un entrenamiento deportivo como correr o caminar. Otro es elaborar tareas de una asignatura con plumones de colores.

Las personas con frecuencia aplican este principio para hacerlo divertido cuando combinan metas con tentaciones. Tomar chocolate mientras se responde a los correos electrónicos de trabajo ejemplifica esto. La incorporación de estas tentaciones aumenta la motivación intrínseca para perseguir los objetivos. Sin embargo, es fundamental que las recompensas sean inmediatas.

La segunda estrategia en el kit de herramientas de ciencia de la motivación es encontrar un camino divertido para lograr las metas. Implica detectar lo que más disfrutamos como parte de nuestra rutina de trabajo. Crear ambientes agradables con luz natural, por ejemplo, activa la concentración en tareas de concentración. Poner una fotografía u objeto agradable en el escritorio también permite “aligerar” tareas más tediosas o complicadas. Es un referente de que queremos lograr en la vida en lugar de asumirnos como máquinas de ejecución.

La tercera estrategia es darse cuenta de la diversión que ya existe. Centrarse en los beneficios inmediatos en lugar de en los diferidos de realizar una actividad, es probable que aumente la motivación intrínseca.

El simple hecho de dirigir la atención a la experiencia positiva al tomar una decisión ayudará a mantenernos firmes en las metas.

Internamente, encontrar un aspecto lúdico en las tareas cotidianas permite la motivación intrínseca continua y elimina el peligroso fantasma de la desmotivación y carencia de sentido en lo que estudiamos o trabajamos. Por ende, aumenta automáticamente la energía para aprender, pensar y crear. También aumenta de forma automática el pensamiento creativo.