En el Medievo quienes disentían de las normas impuestas se catalogaban de herejes o brujos e iban a parar a las hogueras. Hoy la “leña verde” en las redes sociales es la cancelación: innumerables actos para reprobar, desacreditar o volver blanco de burlas a quien opina diferente, dice Raymundo Rubio, Director de Interia, estrategas de comunicación y marketing.
Las redes sociales suelen “castigar” a quien no sigue las tendencias impuestas en valores, creencias, gustos y modas. “No sólo se le desacredita, sino que se le imponen castigos que van del escarnio y las burlas hasta invitaciones abiertas a insultarlo, manifestar de manera abierta la hostilidad y sancionar de manera económica como no asistir a una conferencia y pedir a otros que no lo hagan, si es un conferenciante, por ejemplo”, comenta el vocero de Interia.
Ray Rubio menciona que esta práctica de “cancelación” es un arma muy peligrosa porque lo que se pone en juego con la intolerancia a disentir es la autoestima de las personas. “Se trata de una conducta cruenta, que lesiona el buen nombre y la individualidad. La cancelación afecta profundamente a todo tipo de personas”.
Inicialmente, se asumió que era una conducta que sólo afectaba a adolescentes y niños, de ahí la importancia de vigilar lo que ellos compartían en las redes sociales. Después creímos que era un mal que sólo tendrían que soportar “ricos y famosos”. Sin embargo, las víctimas son de todas las edades, estratos sociales y actividades. La cancelación volvió un campo minado todas las redes sociales”, asevera el experto en comunicación digital.
En esta era tecnológica y altamente automatizada “tristemente todos nos hemos vuelto verdugos de todos”. Así cualquier comentario que un grupo social considera “de mal gusto, indebido o fuera de lugar, de inmediato escala y se tienen consecuencias muy severas contra el detractor de las normas aceptadas”, refiere Rubio.
El Director de Interalia menciona que los castigos por disentir van de la burla, exhibición de la vida privada de la víctima, pérdida de empleo, etiquetas negativas a su persona, desprecio y un alto estrés.
“Las víctimas de la cancelación, insisto, no son sólo la generación Z y Millenials. Podemos ser todos”, remarcó Rubio.
El boicot en las redes es un arma muy peligrosa en una era donde “priva la incertidumbre y la falta de tolerancia y respeto. Hoy más que nunca, lo que se pone en juego en un solo tuit no es sólo una opinión inocua sino todo el buen nombre y esto, desafortunadamente, tiene una larga cauda económica y social”, refirió el directivo de Interia.
Dada la trascendencia que una simple opinión puede tener, donde es posible viralizarlas a miles de personas en pocos minutos, conviene pensar antes de emitir cualquier juicio que pueda afectar a terceros y evitar en los posible adentrarse en esta cultura de cancelación porque “es posible que quien hoy recrimine y soguzgue a otro mañana sea víctima también”, menciona Rubio.
Finalmente, “la psicología social resulta muy compleja e impredecible”, por lo que convendría tratar a otros como deseamos que nos traten a nosotros”, refiere el directivo.