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Los tiempos del INE y del señor

PULSO

Eduardo Meraz

Dejar hacer y dejar pasar se ha vuelto la máxima del Instituto Nacional Electoral ante el alud de ilegalidades cometidas por prácticamente todos los partidos y actores políticos, de cara al proceso electoral 2023-2024; comportamiento poco saludable para la democracia mexicana.

Sus llamados a respetar tiempos y normas caen en el vacío y desde Palacio Nacional se alienta la desobediencia a las autoridades electorales y las muestran como organismo fácil de toquetear por la partidocracia. Las adelantadísimas campañas de las corcholatas, seguidas recientemente por sus contrapartes de la alianza opositora indican la ausencia del principio de autoridad.

De acuerdo con los tiempos del INE, los pasos para seleccionar aspirantes deben iniciarse a partir de septiembre venidero. Sin embargo, los tiempos del habitante temporal del palacete virreinal principiaron hace casi dos años, cuando destapó a sus corcholatas; momento a partir del cual no han dejado de hacer actividades de promoción personal.

En el caso de los aspirantes de Morena no es de extrañar su constante evasión de reglas, pues forma parte del ADN de ese partido, como lo demuestra ser el más sancionado y penalizado en los años recientes, por su incumplimiento sistemático al marco jurídico.

De hecho, el actual consejo general del INE está echando por la borda la multitudinaria marcha de noviembre pasado, cuando centenares de miles de ciudadanos salieron a las calles de alrededor de 50 ciudades para defender al arbitro electoral de los amagos autoritarios del cuatroteísmo.

La marea rosa de apoyo al Instituto Nacional Electoral fue una refrescante expresión de la ciudadanía en respaldo de la autonomía e independencia del organismo y que, sin embargo, hoy observa cómo siete meses después esa fortaleza es pisoteada, incluso por los partidos supuestamente aliados de la sociedad.

De poco sirvió la reciente decisión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación de declarar inconstitucional el Plan B del oficialismo que buscaba una versión minimalista del INE, a fin de convertirse en juez y parte en la organización y realización de los comicios.

De hecho, el activismo del morenismo en tiempos no electorales, formaría el preámbulo del Plan C que pretende llevar a cabo el presidente totalmente Palacio Nacional, al abrumar a la autoridad con actos fuera de la ley y que ésta se muestre complaciente o falta de carácter para hacer respetar la ley.

La actuación de los aspirantes presidenciales de Morena es una especie de versión de la perfección de los tiempos del señor, en aras de arribar a un “mundo ideal”, semejante a la inoperancia del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI).

Garlito en el cual también cayeron los integrantes del recién creado Frente Amplio por México, con tal de evitar el “rezago campañero”, si bien tienen abiertas las puertas de los medios de comunicación y los aspirantes a la candidatura presidencial puedan dar a conocer sus puntos de vista, sin necesidad de caer en la ilegalidad.

Aunque no sean perfectos, los tiempos del señor palaciego marcan la pauta en el proceso electoral. La intención es clara: generar hartazgo en la sociedad por tanta campaña y, de esa forma, que el voto duro morenista sea suficiente para obtener una victoria amplia en las elecciones de 2024.

Si el Instituto Nacional Electoral no actúa con firmeza en los próximos días, será cómplice de la vulneración del marco legal, decepcionará a la ciudadanía que salió en su defensa y creará las condiciones para un proceso electoral manchado y que cualquiera lo pueda impugnar.

He dicho.

 

EFECTO DOMINÓ

De acuerdo con Americas Society/ Council of the Americas y Control Risks, México se ubica en el sitio número 12 (de 15) en el Índice de Capacidad para Combatir la Corrupción 2023, lo que constituye su cuarto retroceso consecutivo en dicha medición.

Ni para limpiarse la nariz sirve el disque pañuelo blanco presidencial.

 

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