PULSO
Eduardo Meraz
“Lo mejor es lo peor que se va a poner” anticipó hace unos meses el presidente totalmente palaciego. Y por cómo se están poniendo las cosas, de cara a la elección de los candidatos presidenciales, se nota un endurecimiento de las posturas de las distintas fuerzas políticas; es una apuesta de la cual nadie saldrá indemne.
La mesura ha cedido ante el escenario de una elección reñida. La idea de un día de campo electoral para el oficialismo se ha ido desvaneciendo, conforme la amplia ventaja inicial se reduce, los aspavientos y declaraciones estentóreas del cuatroteísmo se reproducen como hongos en temporada de lluvias.
Los ataques cuatroteístas se han centrado en dos objetivos; de una parte, fiscales y el poder judicial y, de la otra, los potenciales candidatos del bando contrario, a los cuales prácticamente meten en el mismo costal. Y de refilón, como no queriendo la cosa, fustigan a las autoridades electorales por no dejarlos hacer sus tropelías.
Los moditos arrebatados y machistas del habitante temporal del palacete virreinal son consecuencia de la pérdida de los hilos de su sucesión. Tener a sus corcholatas con freno de mano y haber asumido el papel de vocero de la oposición al destapar a tres aspirantes, tiene costos que no quiere asumir.
Salvo la defensa oficiosa de la Comisión Nacional de Derechos Humanos y de casi todos los liderazgos del morenismo, la intolerancia presidencial ya le está pasando factura, como lo señalan las encuestas no cuchareadas sobre su popularidad.
En el frente opositor tampoco cantan mal las rancheras, pues ya se dieron cuenta de la inutilidad de mantenerse serenos ante los embates orquestados desde Palacio Nacional, por lo cual han enderezado y endurecido sus baterías hacia las mediocres políticas de seguridad, salud y educación.
Después del raspón sobre la inutilidad de las reuniones del gabinete de seguridad, al no impedir ser el sexenio con más violencia y homicidios; los recientes asesinatos en Guerrero son una muestra innegable de ello, sobre todo si se toma en cuenta que cada vez más involucra a actores políticos, en este tema prefiere guardar silencio.
Por eso, para no acumular otro coscorrón, el mandatario sin nombre y sin palabra ha decidido conferencias de prensa vespertinas sobre los nuevos libros de texto. Tal decisión implicaría otorgarle una dimensión similar a los efectos de la pandemia del coronavirus.
De hecho, es un reconocimiento de que el camino seguido para la elaboración de estos materiales didácticos; es una postura defensiva, que prefiere hacerla ante los medios de comunicación y no frente a especialistas en la materia, por el riesgo de ser exhibidas las fallas pedagógicas de los libros.
El debate sobre los tres temas: educación, salud y seguridad ha alcanzado decibeles impropios de una democracia madura y consolidada, por lo cual, si el presidente innombrable percibe un aumento en la desaprobación hacia su gobierno y/o hacia su candidato, es dable esperar la aparición de los peores signos del presidencialismo mexicano.
De aquí a fines del presente año, los mexicanos estaremos parados en el umbral entre la luz y las sombras y expuestos al empuje de quienes desean imponer sus puntos de vista. La prudencia es lo que menos aparece en estos momentos y su ausencia el mayor peligro.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
El “amigou” Donald Trump vuelve a referir cómo la política migratoria mexicana se plegó a los intereses de EU: Oh, recuerdo cuando ellos decían: ‘México no va a pagar, nos dieron 28 mil soldados libres de impuestos». El exmandatario recordó también su amenaza de imponer aranceles en ese momento.
@Edumermo